Por otro lado, actualmente la capacidad
de aislamiento de los casos sospechosos y de los enfermos es mayor.
No sólo se puede aislar completamente al individuo, sino que los
barbijos brindan una protección del 95% y son más efectivos que
antes.
Además, según explicó López, la
gripe española suponía un enorme riesgo de muerte por
"sobreinfecciones bacterianas" como las del neumococo. "El
virus de la gripe destruye el epitelio protector ciliar del aparato
respiratorio, que es una suerte de cepillo que barre las bacterias
hacia arriba", explicó.
En tales casos puede ser necesario que
al paciente se le brinde una asistencia respiratoria mecánica, que
no existía en 1918.
Por estas carencias, la gripe española
fue tan mortífera. La enfermedad debe su nombre a que los países
implicados en la Primera Guerra Mundial no informaban sobre la
pandemia para no desmoralizar a las tropas, por lo que las únicas
noticias de la enfermedad provenían de la prensa española, que no
estaba expuesta a censuras.
Más allá de la prohibición de
informar sobre la enfermedad, la gripe española mató cuatro veces
más personas que la primera conflagración mundial.
Además, pese a su nombre, el primer
caso de esta enfermedad se registró en Estados Unidos, en Camp
Funston (Kansas), el 4 de marzo de 1918.
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