He conocido a poca gente que escapara
de la enfermedad, desde entonces, así que siempre les pregunto si
recibieron las vacunas y en todos los casos, me dicen que nunca
creyeron en las vacunas y que nunca se las administraron. El sentido
común nos dice que todas esas vacunas tóxicas mezcladas y puestas
juntas en la gente, no solo no podían ayudar, sino que causaban un
extremo envenenamiento del cuerpo, en una forma u otra., lo que era
la causa de la enfermedad.
Cuando una persona tose o estornuda, mucha gente se vuelve, pensando que los gérmenes se están extendiendo alrededor y atacarán a otras personas. No hay necesidad de temer a esos gérmenes porque esa no es la forma en que se desarrollan los catarros o enfermedades.
Cuando una persona tose o estornuda, mucha gente se vuelve, pensando que los gérmenes se están extendiendo alrededor y atacarán a otras personas. No hay necesidad de temer a esos gérmenes porque esa no es la forma en que se desarrollan los catarros o enfermedades.
Los gérmenes no pueden vivir solos
fuera de las células (residentes) y no pueden hacer ningún daño
incluso si quisieran. No tienen dientes para morder a nadie, no
tienen veneno como las serpientes, los mosquitos o las abejas, no se
multiplican, excepto en sustancias en descomposición (Nota
Trinity: lo que da la razón a los “terrenistas”), de manera
que no están capacitados para hacer daño alguno. Como he dicho
antes, su propósito es útil, no destructivo.
La gripe de 1918 fue la enfermedad más devastadora que nunca hemos tenido y nos llegó por culpa de todos los inventos médicos, porque todas las sustancias añadidas químicas, todas ellas venenosas, sólo intensificaron la enfermedad de los que ya estaban muy envenenados de manera que los tratamientos posteriores realmente mataron a más gente que las propias vacunas.
La gripe de 1918 fue la enfermedad más devastadora que nunca hemos tenido y nos llegó por culpa de todos los inventos médicos, porque todas las sustancias añadidas químicas, todas ellas venenosas, sólo intensificaron la enfermedad de los que ya estaban muy envenenados de manera que los tratamientos posteriores realmente mataron a más gente que las propias vacunas.
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