viernes, 27 de abril de 2012


La epidemia hoy




El 5 de octubre de 2003 un equipo de investigación dirigido por Jeffrey Taubenberger consiguió crear desde cero al virus de la gripe de 1918. Lo lograron partiendo de muestras de tejidos de pacientes afectados por la infección original y aplicando técnicas de genética inversa se ha conseguido devolver a la vida al virus H1N1.

Tras resucitarlo se hicieron pruebas en ratones, embriones de pollo y células de pulmón humanas con idénticos resultados: todos los sujetos del experimento se infectaron y murieron.

A día de hoy el virus se encuentra almacenado en Atlanta, Estados Unidos, dentro de un laboratorio de bioseguridad 3 del U.S. Centers for Disease Control and Prevention.

¿Por qué se llamó Gripe española?


Se la denominó así debido a la cobertura informativa que tuvo la enfermedad en este país. Aunque los primeros casos se produjeron en Francia, este país y el resto de aliados de la Primera Guerra Mundial sometiron a censura a los medios de comunicación, por eso daba la sensación de que España era el único país afectado por la enfermedad.
Quizás los aliados obraron de este modo para ocultar a Alemania este grave enfermedad que podía hace suponer que gran parte del ejército aliado se encontraba enfermo e indispuesto para el combate.


La epidemia de la gripe la causaron las vacunas


La vacunas contra la fiebre de la tifus causaba una forma peor de enfermedad que lo que ellos llamaban “para-tifoide”
Más tarde intentaron mejorar los síntomas de aquellas enfermedades con vacunas aun más fuertes que causaban una enfermedad aun más seria que mató y dejó paralíticos a una proporción enorme de hombres. La combinación de todas las vacunas venenosas, fermentando juntas en el cuerpo, causaba reacciones tan violentas que los cuerpos no podían soportarlas.
En el campo de batalla se produjo el desastre. Algunos hospitales militares se llenaron con nada más que hombres paralizados, y fueron descritas esas bajas como “bajas de guerra”, incluso después de que se produjeran en suelo americano.
Hablé con algunos de aquellos supervivientes de la barbarie de las vacunas cuando volvieron a casa después de la Guerra y hablaron de los horrores, no de las Guerra en sí misma, sino de la enfermedad en el frente.
Los doctores no quisieron que esta enfermedad masiva provocada por las vacunas reflejara la realidad de su intervención, así que la llamaron “Gripe Española”. España era un lugar lejano y algunos de los soldados habían estado allí, así que la idea de llamarlo “española” parecía una buena forma de cargar la culpa sobre otros. Los españoles no nos perdonaron que le diéramos a la enfermedad un nombre que les señalaba a ellos, porque sabían muy bien que la gripe no se había originado en su país. (Nota Trinity: los cerdos y las aves tampoco les perdonarán por llamar la gripe “aviar” y “porcina”) .
20 millones de personas (Trinity: las estadísticas no se ponen de acuerdo y parece que murieron muchos más) murieron de esa epidemia de una gripe en todo el mundo que parecía ser casi universal, o llegaba a tantos sitios como las vacunas. Grecia y pocos otros lugares que no aceptaron las vacunas, fue de los únicos países adonde la Gripe española no llegó. ¿No es eso la prueba de algo? (trinity: He intentado encontrar datos sobre ello sin éxito, si alguien puede aportarlos, serán muy bienvenidos).
En casa (en los Estados Unidos), la situación era la misma. Los únicos que escaparon a la gripe española fueron aquellos que se negaron a vacunarse. Mi familia y yo estuvimos entre aquellos que persistieron en negarse a pesar de la presión de la propaganda, y ninguno de nosotros contrajo jamás la gripe española, ni siquiera llegamos a tener ningún síntoma, a pesar de que todo el mundo alrededor, estaba enfermo, y tuvimos un crudo invierno aquel año.
Todo el mundo parecía estar enfermo. La ciudad entera estaba enferma y muriéndose. Los hospitales estaban cerrados porque los doctores y enfermeras estaban de baja por la gripe. Todo estaba cerrado, las escuelas, los negocios, las oficinas de correos, todo. No había nadie en las calles, era una ciudad fantasma, no había doctores que cuidaran de los enfermos, así que mis padres iban de casa en casa haciendo lo que podían para ayudar a los enfermos de todas las maneras que podían (Trinity: ahora podemos comprender mejor lo sucedido en Méjico como ensayo general, de ese modo, podrán decir que lo que la alarma y enfermedad ya existía mucho antes que la vacuna).
Mis padres pasaban el día entero y parte de la noche, durante semanas, en salas con enfermos y venían a casa sólo para comer y dormir. Si los gérmenes o virus, bacterias o cualquier otro organismo, hubieran sido la causa de la enfermedad, hubieran tenido un montón de oportunidades de contagiar a mis padres y enfermarles con la enfermedad que había postrado al mundo.
Pero no eran los gérmenes la causa de aquello, ni ninguna otra enfermedad, así que no la “cogieron”. He conocido a poca gente que escapara de la enfermedad, desde entonces, así que siempre les pregunto si recibieron las vacunas y en todos los casos, me dicen que nunca creyeron en las vacunas y que nunca se las administraron. El sentido común nos dice que todas esas vacunas tóxicas mezcladas y puestas juntas en la gente, no solo no podían ayudar, sino que causaban un extremo envenenamiento del cuerpo, en una forma u otra., lo que era la causa de la enfermedad.
Cuando una persona tose o estornuda, mucha gente se vuelve, pensando que los gérmenes se están extendiendo alrededor y atacarán a otras personas. No hay necesidad de temer a esos gérmenes porque esa no es la forma en que se desarrollan los catarros o enfermedades. Los gérmenes no pueden vivir solos fuera de las células (residentes) y no pueden hacer ningún daño incluso si quisieran. No tienen dientes para morder a nadie, no tienen veneno como las serpientes, los mosquitos o las abejas, no se multiplican, excepto en sustancias en descomposición (Trinity; lo que da la razón a los “terrenistas”), de manera que no están capacitados para hacer daño alguno. Como he dicho antes, su propósito es útil, no destructivo.
La gripe de 1918 fue la enfermedad más devastadora que nunca hemos tenido y nos llegó por culpa de todos los inventos médicos, porque todas las sustancias añadidas químicas, todas ellas venenosas, sólo intensificaron la enfermedad de los que ya estaban muy envenenados de manera que los tratamientos posteriores realmente mataron a más gente que las propias vacunas.




La epidemia de la gripe la causaron las vacunas



Traducción de Trinity a Tierra con inserción de imágenes y comentarios a pie de foto de Trinity a Tierra. Se añade más abajo un análisis y enlaces a referencias y vídeos sobre la gripe “española” de 1918.
Extracto del libro “Vacunación, el asesino siencioso” (Vaccination The Silent Killer p28) de E. McBean
Muy poca gente se da cuenta de que la peor epidemia que azotó jamás a América, la gripe española de 1918, ocurrió por el efecto secundario de una campaña de vacunas masiva a nivel nacional. Los doctores dijeron que la gente moría por la enfermedad causada por los gérmenes. Los virus aun no se habían descubierto en aquella época porque, de lo contrario, hubieran sido culpados de todo aquello. Los gérmenes, las bacterias y los virus, junto con los bacilos y otros organismos invisibles, son los seres “malvados” a los que los doctores achacan todos los males que desconocemos (o desconocen). Si el doctor hace un diagnóstico incorrecto, y mata al paciente, siempre puede culpar a los gérmenes, y decir que el paciente no recibió un diagnóstico a tiempo o no fue a verle a tiempo.

Si revisamos la historia del periodo de 1918, cuando se extendió la gripe, veremos que ésta comenzó repentinamente, justo después de que los soldados volvieran de la Primera Guerra Mundial. Fue la primera guerra en la que todas las vacunas conocidas fueron inyectadas obligatoriamente a los hombres en servicio. La mezcla de fármacos venenosos y proteínas pútridas de las que se componen las vacunas (nota Trinity: esta expresión del autor es la más acertada, “proteínas que se pudren en el interior del organismo”), causaron tal extensión de la enfermedad y muerte entre los soldados, que lo que se decía entonces (Nota Trinity: ¡ya se decía entonces pero por desgracia nuestros abuelos y bisabuelos no están aquí para corroborar mucho de esto y los libros que podrían contarlo, como éste, está descatalogado y es imposible de encontrar en una librería) era que habían causado más muertes las inyecciones médicas que los tiros del enemigo en el frente. Miles de hombres quedaron inválidos por las vacunas, como enfermos tullidos e inútiles, antes incluso de que vieran el campo de batalla.
La tasa de mortalidad y enfermedad entre los soldados vacunados fue cuatro veces más alta que entre los civiles no vacunados. Pero esto no frenó a los promotores de las vacunas. La vacuna ha sido SIEMPRE un gran negocio y así continúa siéndolo hasta el día de hoy.
Al parecer, la Guerra (la Primera) fue más corta de lo que los fabricantes de vacunas habían planificado; duró cerca de un año, así que los promotores de vacunas tenían un montón de vacunas sobrantes en stock que deseaban vender a buen precio, de forma que hicieron lo que hacen habitualmente, organizaron una reunión secreta entre bastidores y organizaron completamente todo este sórdido programa, un programa de vacunación a nivel mundial en el que usar todas sus vacunas, mientras les decían a la gente que los soldados volvían a casa con muchas enfermedades mortales contraídas en países extraños y que, por lo tanto, era un deber “patriótico” de cada hombre, mujer y niño, protegerse de todo ello por medio de la vacunación, acudiendo a toda prisa a los centros de vacunación a recibir todas las inyecciones previstas.
La mayor parte de la gente cree a sus doctores y a los políticos y hacen lo que éstos les dicen. El resultado fue, que casi toda la población sometida a las vacunas sin cuestionarlas, en cuestión de horas, comenzó a caer muerta en agonía, mientras otros colapsaban con una enfermedad de tan virulencia que nadie había visto jamás en su vida.
Tenían todas las características de las enfermedades contra las que habían sido vacunados, fiebre alta, dolor, diarrea, etc. como la tifus o la neumonía, como la congestión de pulmón y de garganta en la difteria y el vómito, dolor de cabeza, debilidad de la hepatitis y las manchas en la piel de las vacunas de varicela, junto con parálisis como consecuencia de todas las vacunas, etc.
Los doctores estaban aterrorizados y aseguraban que no sabían qué causaba la extraña y mortal enfermedad y realmente, no tenían cura para ella. Ellos debían haber entendido que la causa común de todo ello eran las vacunas, porque todos los soldados que recibían las vacunas en los campos, sufrían los mismos efectos.


El fantasma de la 'gripe española'

La pandemia acabó en 1918 con cuatro veces más muertos que la Gran Guerra


Fue la llegada del virus a los lugares más recónditos la que permitió reconstruirlo hace cuatro años. Johan Hultin, un médico retirado, y los científicos militares al mando del genetista Jefferey Taubenberger, lograron rescatar los genes del virus de los pulmones de una de sus víctimas, una "mujer gorda" que había muerto en 1918 en un poblado esquimal de Alaska, donde el frío había preservado el material particularmente bien.

Se supo así que el virus de 1918 no tenía ningún gen de tipo humano: era un virus de la gripe aviar, sin mezclas. Tenía, eso sí, 25 mutaciones que lo distinguían de un virus de la gripe aviar típico, y entre ellas debían estar las que le permitieron adaptarse al ser humano. Se supo así que el virus de la gripe española se multiplica 50 veces más que la gripe común tras un día de infección, y 39.000 veces más tras cuatro días. Mata a todos los ratones de laboratorio en menos de una semana.

Los grupos de Terrence Tumpey, de los CDC de Atlanta (los principales laboratorios norteamericanos para el control de epidemias) y Adolfo García-Sastre, del Mount Sinai de Nueva York, se preguntaron luego qué mutaciones del virus de la gripe española podían eliminar su capacidad para transmitirse entre personas. Y el resultado es que bastaban dos mutaciones en su hemaglutinina (la H de H1N1); esas mismas mutaciones puestas del revés bastarían para conferir a un virus aviar una alta capacidad de transmisión entre humanos.

La hemaglutinina es el componente de la superficie del virus que reconoce a las células de su huésped. Es el principal determinante de la especificidad del virus (la especie o lista de especies a las que puede infectar). Lo importante no son tanto los números adosados a la H (H5, H1...), sino los detalles de su secuencia, el orden exacto de sus aminoácidos.
Las dos mutaciones clave afectan críticamente a la interacción de la H con sus receptores en las células animales, que pueden ser de dos tipos: alfa-2,3 o alfa-2,6. Los virus de la gripe aviar se unen preferentemente al receptor alfa-2,3, que se encuentra a altas concentraciones en las células del intestino de las aves acuáticas y costeras. Sin embargo, los virus humanos se unen más eficazmente a los alfa-2,6, que se encuentran en el sistema respiratorio de las personas.

El fantasma de la 'gripe española'

La pandemia acabó en 1918 con cuatro veces más muertos que la Gran Guerra





La I Guerra Mundial terminó en 1918 con nueve millones de muertos. Lagripe española de ese mismo año acabó con la vida de 40 millones de personas. Fue la peor de las tres epidemias mundiales de gripe del siglo XX (1918, 1957 y 1968), y de hecho la peor pandemia de cualquier tipo registrada en la historia. El virus que la causó no venía de los cerdos, sino de las aves, pero era un H1N1, como el actual. El H1N1 era un virus aviar hasta 1918, y fue la gripe española quien lo convirtió en una cepa humana típica.

Los países implicados en la Gran Guerra no informaban sobre la epidemia para no desmoralizar a las tropas, de modo que las únicas noticias venían en la prensa española. La gripe española debe su nombre, por tanto, a la censura de tiempos de guerra, y no a su origen, ya que el primer caso se registró en Camp Funston (Kansas) el 4 de marzo de 1918. Por entonces el virus sólo causaba una dolencia respiratoria leve, aunque muy contagiosa, como cualquier gripe. En abril ya se había propagado por toda Norteamérica, y también saltado a Europa con las tropas americanas.
El primer caso de la segunda oleada mortal se registró el 22 de agosto en el puerto francés de Brest, una de las principales entradas de los soldados norteamericanos. Era el mismo virus, porque los afectados por la primera oleada estaban inmunizados frente a la segunda. En algún momento del verano, sin embargo, se había convertido en un agente mortal. Causaba neumonía con rapidez, y a menudo la muerte dos días después de los primeros síntomas.
En Camp Devens, Massachusetts, seis días después de comunicarse el primer caso ya había 6.674 contagiados. Los brotes se extendieron a casi todas las partes habitadas del mundo, empezando por los puertos y propagándose por las carreteras principales. Sólo en India hubo 12 millones de muertos.


La gripe española, 90 años después




Hay que aceptar que enfermó del 50% al 55% de la población mundial y que el número de fallecidos fue diferente según países y regiones: en Europa se consideran unas tasas de mortalidad de alrededor el 0,5%, aunque en algunos países y regiones creemos que fue superior al 1%; en África hay tasas documentadas del 3% al 5%; en algunas islas del Pacífico, como Samoa, se han calculado tasas de mortalidad del 23%, y en algunas localidades aisladas de Alaska y Canadá, pobladas por inuit (esquimales), murió casi el 100% de su población.
La primera cuantificación mundial la hizo Jordan en 1927, estimando la cifra de muertos por la pandemia en 21,5 millones. Cálculos más fiables de los últimos años, como los de Patterson y Pyle, sitúan el número de muertos entre 24,7 y 39,3 millones de personas. Las cifras entre 50 y 100 millones que circulan en Internet y en algunos medios de comunicación parecen exageradas y al servicio de determinados intereses económicos y políticos.
Los historiadores de la medicina han descrito unas 30 epidemias y pandemias de gripe en la Edad Moderna, diagnosticadas como "catarrhus epidemicus", "toses epidémicas", "epidemia de catarros" o términos similares hasta que, a mediados del siglo XVIII, se empiezan a utilizar los términos "grippe" e "influenza". A diferencia de las gripes estacionales, benignas, que ocurren casi todos los inviernos, estas pandemias, a veces de una virulencia exacerbada, han ocurrido en ciclos más largos que oscilan entre los 11 y los 25 años. Estos ciclos se relacionan con todo tipo de circunstancias, incluso astronómicas, y conducen a predecir que podemos estar ante una nueva pandemia entre los años 2008 y 2013.

El último episodio de gripe aviar, una epizootia causada por un virus que se relaciona directamente con el que ocasionó la gripe española, apareció en Hong Kong en 1997 y se ha extendido, a lo largo de estos últimos años, por Asia, África y Europa. Casi todos los casos que se han presentado en humanos se han concentrado en Indonesia, Vietnam y Egipto, y se han confirmado un total de casi 400 enfermos que han presentado una tasa de mortalidad del 63,5%.
¿Qué ocurriría si este virus H5N1 produjera una pandemia similar a la gripe española? A lo largo de la historia, las grandes pandemias de peste, cólera, gripe u otras enfermedades, no se han presentado siempre igual. No han repetido su virulencia ni su distribución, aunque sí han presentado muchos elementos en común. La pandemia gripal que viene podría ser como la gripe española, pero también como la gripe italiana, la gripe asiática o la gripe rusa, que causaron una gran alarma social pero presentaron una mortalidad mucho más reducida.
En el peor de los casos, si ocurriera una pandemia de gripe idéntica a la de 1918, podría ocasionar la muerte en España de medio millón de personas y en todo el mundo entre 62 y 72 millones de fallecimientos. El caos que podría producir la mitad de la población mundial enferma y algo más del 1% de muertos por esta causa sería enorme. Nuestra estructura sanitaria no podría hacer frente a un desafío de esta envergadura y los problemas sociales, económicos, políticos y de orden público que acarrearía en todo el mundo serían incalculables.

La gripe española, 90 años después



Si se presentara ahora una pandemia como la gripe española de 1918, que afectó a la mitad de la población mundial y causó entre 25 y 40 millones de muertes, sólo en España podría matar a medio millón de personas y causaría, en todo el mundo, entre 62 y 72 millones de fallecimientos.Han pasado 90 años del inicio de la última gran alarma sanitaria por una patología infecciosa aguda como fue la pandemia de "gripe española". La hipótesis más aceptada sostiene que el primer brote epidémico ocurrió en una base militar norteamericana el mes de marzo de 1918 y que, las tropas enviadas por ese país a Europa, a luchar en la Primera Guerra Mundial, transportaron el virus al Viejo Continente, apareciendo los primeros casos de gripe en Francia el mes de abril. Entre abril y junio la primera onda epidémica se extendió por Europa y por el este de Asia, tras atravesar el Océano Pacífico. En junio llegó a Suramérica, en julio al Pacífico Sur y en agosto a la India y a las costas africanas.



Pero la verdadera onda epidémica, la más mortífera, fue la del otoño de 1918. El virus de la gripe, mutado y extremadamente virulento, se difundió por Europa, las dos Américas, África, Asia y Oceanía, causando millones de muertos en todo el mundo, la mayoría de ellos a lo largo del mes de octubre de 1918. La estimación del número de fallecidos es muy complicada, ya que las tasas de mortalidad por la gripe y sus complicaciones respiratorias variaron de unas regiones a otras del globo.

viernes, 20 de abril de 2012

Cifras

Su desaparición fue tan abrupta como lo fue su llegada. En el camino este virus dejó millones de muertos alrededor de todo el mundo. Sólo en Estados Unidos provocó 67.500 muertes y resultó infectada una tercera parte de la población de dicho país. Las tribus inuit de Alaska perdieron la mayor parte de su población adulta, y en muchas otras ciudades las bajas fueron similares. Los laboratorios trabajaron a contrarreloj para poder dar con una vacuna, pero el virus desapareció antes que se pudiera aislarlo.

Ahora bien, ¿por qué fue tan letal la pandemia de 1918? La causa fue la mutación del virus. Éstos suelen cambiar su estructura genética cada un período corto de años; estos cambios son menores y las compañías farmacéuticas logran mantenerlos bajo control. Sin embargo, a veces las mutaciones son más drásticas, motivo por el cual nuestro sistema inmunológico ya no los reconoce y se vuelve indefenso ante ellos. El H1N1 de 1918 mutó al H2N2 (también aviar) en 1957, provocando la famosa Gripe asiática. Luego, en 1968 mutó al H3N2 (porcina), y produjo la Gripe de Hong Kong. El virus de la gripe porcina que hoy en día asola al hemisferio norte es otro subtipo mutado del Influenza A.

Se estima que estas pandemias aparecen cada 50 años aproximadamente. El hombre las documenta desde el siglo XVI: en los últimos 400 años al menos 31 fueron registradas. El gran desarrollo de los medios de transporte y la facilidad con que hoy en día podemos sortear las fronteras de los distintos territorios hacen que, actualmente, virus aviares como estos puedan transmitirse con mayor velocidad, haciendo que su aislamiento sea mucho más dificultoso. La Organización Mundial de la Salud dijo que “La gripe es una de las enfermedades más antiguas y frecuentes conocidas por el hombre y también puede ser una de las más mortíferas.” La historia avala esta afirmación.

Los sintomas

Las primeras señales de la enfermedad fueron fiebre alta, fatiga y vómitos.  Además, las enfermeras europeas notaron un particular síntoma en sus pacientes: manchas oscuras en los pómulos y pies, claro indicio de cianosis por falta de oxígeno. Autopsias posteriores revelaron que los afectados morían asfixiados, ya que los alvéolos (células pulmonares que contienen aire) quedaban saturados de líquido.

Lo que ocasionaba este problema era una “tormenta de citocinas”. Las citocinas son células proteicas que se activan cuando el sistema inmunológico reacciona contra un agente patógeno, enviando al foco de infección linfocitos T y generando, a su vez, más citocinas. Nuestro cuerpo logra mantener un eficiente equilibrio en este círculo. Sin embargo, cuando el sistema de defensas se enfrenta a un virus altamente ofensivo como el H1N1, se produce un desequilibrio por el cual el cuerpo genera de forma exagerada una gran cantidad de células inmunoreguladoras que se concentran en un solo lugar. Esto es tan nocivo que si se llega a producir en órganos como los pulmones, puede resultar letal.

Lo dicho explica, a su vez, por qué la “Gripe española” terminó con las vidas de personas jóvenes y sanas (como aquellos primeros soldados de Kansas), con un sistema inmunológico fuerte. El 99% de las muertes fueron pacientes menores de 65 años.  

SURGIMIENTO Y EXPANSIÓN

Esta pandemia no se originó en España como nos indica su incorrecto nombre, sino que surgió en los Estados Unidos durante los tiempos de la Primera Guerra Mundial. La denominación de “Gripe española” nace porque los periódicos españoles, al no estar sometidos bajo la censura de la guerra, fueron en ese momento los primeros en publicar noticias sobre los cientos de miles de ciudadanos que caían víctimas de aquel “virus misterioso”.

Si bien existieron inicialmente varias teorías sobre el origen de dicha enfermedad, los distintos investigadores llegaron a la conclusión que la primera cepa de la gripe nació en Norteamérica, más precisamente en la base militar de Fort Riley, Kansas. En esa localidad se registraron los primeros 500 casos; las condiciones de hacinamiento y falta de higiene crearon un clima propicio para la incubación del virus. Pero los asuntos de la guerra no se detenían y aquellos soldados apostados en Fort Riley marcharon hacia tierras europeas. Al llegar a Francia el virus explotó. De ahí se propagó por el norte hasta Noruega, luego a China, India y hasta Nueva Zelanda. En cuatro meses dio la vuelta al mundo. Vemos así cómo la gripe pasó rápidamente de ser un mal endémico a una verdadera pandemia.

Al principio nadie sabía de qué se trataba. Muchos pensaron en dengue, cólera o fiebre tifoidea. La velocidad inusual con que este virus atacaba hacía que el desconcierto fuese total; así, nos cuenta una  investigación de la Organización Panamericana de la Salud, los estadounidenses caían enfermos por la “fiebre de los tres días”, los franceses de “bronquitis purulenta” y los italianos con la “fiebre de las moscas de arena”. No importaba el nombre realmente: todos presentaban los mismos síntomas.

el virus


Aproximadamente una vez cada diez mil nucleótidos (la longitud del ARN del virus), la ARN polimerasa comete un error en la inserción de un nucleótido (debido a la ausencia de enzimas de prueba de lectura de ARN) lo que ocasiona que casi cada nuevo virus creado porta al menos una mutación. Esas mutaciones provocan la variación antigénica de los virus y las dificultades del sistema inmunitario para identificarlos como tales y eliminarlos.
La separación del genoma en ocho fragmentos diferentes permite recombinar los cambios si más de una estirpe viral infecta a la misma célula. El recambio rápido resultante en el material genético produce cambios antigénicos y permite al virus infectar nuevas especies huésped y superar rápidamente los mecanismos de defensa inmunitaria. Esto tiene trascendencia en la fase de emergencia de las pandemias como se discutirá en la sección de epidemiología.

reconstruccion de un virus distinto

El 5 de octubre de 2005 también en Science, se publica por primera vez en la historia la reconstrucción de un virus totalmente extinto, el virus de la gripe de 1918 (H1N1). El virus fue totalmente reconstruido in vitro a partir de las secuencias obtenidas del análisis de muestras históricas de tejidos realizadas por el grupo de Jeffrey Taubenberger. Según el informe, después de varias décadas los científicos lograron recrear el virus con ayuda de técnicas de genética inversa, para 'volverlo a la vida' en un laboratorio de bioseguridad de nivel 3, de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en Atlanta. Sus efectos fueron estudiados en ratones, embriones de pollo y células pulmonares humanas, empleando para ello diversas versiones fabricadas con genes de otros virus gripales, y así efectuar comparaciones y descubrir los elementos que lo hicieron tan mortífero. Al igual que el original, el virus reconstituido mató en pocos días a los ratones, y se comprobó que también mataba a los embriones de pollo, del mismo modo que el virus aviario H5N1. En suma, el virus de la gripe humana se mezcló con el de la gripe del pollo y se transformó en una enorme pandemia cuando, tras la mezcla de genes de ambos virus, una proteína de la cubierta exterior (la hemaglutinina), de origen aviar, consiguió adaptarse al organismo humano mediante cambios sutiles que la convirtieron en una de las peores pesadillas de la humanidad.

el secreto del virus


El trabajo permite esclarecer el secreto de la enfermedad, en vísperas de una expedición a la isla noruega de Longyerbyen, en el Mar Glacial Artico, para recuperar el virus que "hiberna" bajo los hielos perennes en los cuerpos de siete jóvenes que murieron por la gripe española en 1918.
El descubrimiento, publicado por la revista norteamericana Proceedings of the National Academy of Sciences, no sólo resuelve el misterio médico, sino que, además, proporciona el instrumento para entender cómo virus comunes pueden convertirse en mortales agentes patógenos.

La transformación, según el estudio realizado por Hideo Goto y Yoshihiro Kawaoka, de la Universidad de Wisconsin, otorga al virus de la gripe de tipo A -como era el de la gripe española- la capacidad de infectar no sólo los tejidos del aparato respiratorio sino también los de otros órganos, provocando así una peligrosa infección sistemática.

Kawaoka explica, además, que la propiedad de infección del virus de la gripe se vincula normalmente a la presencia de una enzima que permite al microorganismo romper una proteína (hemaglutinina) situada en la membrana de la superficie de una célula, para introducirse en ésta y reproducirse.

La enzima en cuestión está presente normalmente en los tejidos del aparato respiratorio, pero Kawaoka descubrió que también en los tejidos de otros órganos hay enzimas semejantes, capaces de romper la cadena proteica de la hemaglutinina.

En algunos casos, sugiere Kawaoka, basta entonces una variación mínima del virus -o de su membrana externa- para que el microorganismo pueda servirse de otras enzimas para romper la hemaglutinina y hacer brecha en las células de los órganos más diversos.

Los virus son organismos extremadamente variables y se transforman; por eso, las vacunas actuales tienen una eficacia limitada.

Los científicos consideran que el descubrimiento de Kawaoka es muy importante porque abriría el camino a la búsqueda de una curación.

Siglo XXI


2002: Se calculan en 1,000 los casos de polio en la región de Uttar, Pradesh, India.
2003: Epidemia de SARS. 8,000 infectados y 700 muertes en dos meses.
2005: La gripe aviaria en su cepa H5N1, se convirtió en una amenaza de pandemia, cuando se produjeron los primeros contagios en seres humanos.
2009-2010: La pandemia de gripe A (H1N1) cobra la vida de más de 18,000 personas.
2010: Un brote de cólera azota Haití.

Siglo XVII al XIX


1629-1631: La gran plaga de Milán, Italia, cobra 280,000 víctimas.
1666: Aparece la gran Plaga de Londres.
1707-1709: Se dispersa la viruela en Islandia.
1720-1722: Aparece la Plaga de Marsella.
1817-1824: Primera pandemia de cólera, importada de India por tropas británicas.
1827-1835: Segunda pandemia de cólera.
1852: Tercera pandemia de cólera.
1856: Cuarta pandemia de cólera.
1870-1875: Epidemia de viruela en Europa.
1881: Quinta pandemia de cólera.
1889-1890: La Gripe rusa, comenzó en Rusia y se extendió rápidamente por toda Europa alrededor de 1 millón de personas murieron en esta pandemia. 

Pre-siglo XVII (EPIDEMIAS)


542: La peste bubónica, llamada la Peste de Justiniano, azota el imperio Bizantino. En cuatro meses acaba con casi 40% de la población. Se extienden a África, Asia y Europa.
735-737: La viruela se extiende a Japón.
1346: La segunda oleada de Peste bubónica cobra 34 millones de víctimas.
1519: Los mexicas son dominados con la ayuda de la viruela, que cobra 22 millones de vidas.
VICTIMAS FAMOSAS DE LA GRIPE ESPAÑOLA



Víctimas famosas