La gripe de 1918, conocida como "gripe española", se llevó entre 20 y 50 millones de vidas. Pero esta epidemia también dotó a los supervivientes de una inmunidad a la enfermedad que aún persiste. Noventa años después, científicos de la Universidad de Vanderbilt (Estados Unidos) han aislado en 32 supervivientes ancianos, rastros de la defensa natural que sus organismos generaron para hacer frente al feroz virus.
Estos anticuerpos no sólo han perdurado en el organismo, sino que permanecen activos. De hecho, todavía son capaces de neutralizar la infección nueve décadas después, según la investigación publicada esta semana en la revista "Nature".
El patógeno que causó la epidemia está todavía vivo y guardado bajo grandes medidas de seguridad en un laboratorio del Centro de Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, en Atlanta. El virus se "resucitó" en el laboratorio hace apenas tres años, a partir de las muestras de pulmón de una víctima de un poblado esquimal de Alaska, cuyos restos se mantuvieron congelados desde que fue enterrada.
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