miércoles, 23 de mayo de 2012
libro: la reacción social ante la gripe española parte 7
Hace no muchos años un equipo liderado por
Taubenberger desenterró varios cadáveres en Alaska que
habían estado conservados por el hielo desde 1918. El
poblado de los inuits lapones era conocido porque una gran
proporción de sus habitantes murieron durante la segunda
oleada de la gripe española.
El objetivo de este equipo era caracterizar con
métodos actuales aquel virus, causante de tan gran
mortalidad, ya que no había sido aislado entonces. Se
encontró, efectivamente, el virus de la gripe española.
Analizado genéticamente se pudo determinar que era
exclusivamente de origen aviar, para sorpresa de la
comunidad científica, que siempre consideró su origen
porcino o bien como una mezcla de la gripe humana y
animal, sea cual fuere este último.
De manera que, a partir de alguna mutación de la
gripe aviar, había infectado a los humanos directamente. El
virus de la gripe tiene dos antígenos en superficie: la
hemaglutinina H y la neuraminidasa N que, en ocasiones
son reemplazados por nuevas versiones al cambiar los
fragmentos de ARN que los codifican. Hoy en día se
conocen varias: La gripe asiática de 1957 fue una pandemia
donde intervino el virus H2N2 del mismo modo que la mal
llamada gripe A reciente estaba codificada como H1N1 en
cerdos transformándose en H3N2 en humanos. Pues bien, la
gripe española fue del tipo H1N1, probablemente el
antecedente más antiguo conocido de los distintos cambios
experimentados por el virus a lo largo del siglo XX y
comienzos del presente.
Nada de esto podía ser conocido por los científicos
que se enfrentaron con desconcierto a la nueva pandemia de
gripe llamada española. Se discute actualmente si el origen
de aquella gripe estuvo en China y fue llevada a Estados
Unidos por los miles de coolies de aquella nacionalidad que
trabajaban en los ferrocarriles norteamericanos, o se originó
en este país.
Está comprobado que los primeros pacientes
debidamente registrados se encontraban en el Campamento
Funston, en Kansas, enfermando a partir del 4 de marzo de
1918. En el condado de Haskell, también en Kansas, se
había registrado desde finales de enero una sucesión
creciente de casos de gripe, algunos de los cuales terminaron
en fallecimiento. Hay que tener en cuenta que este condado
es eminentemente agrícola y ganadero, basándose su
economía por entonces en la cría de cerdos y aves de corral.
Pues bien, el médico del condado, Loring Miler, se enfrentó
a esta epidemia de características inusuales, por cuanto los
más afectados (como sucedió en la gripe española) eran los
jóvenes, antes que los niños y ancianos, pacientes más
frecuentes de esta enfermedad.
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