miércoles, 23 de mayo de 2012

libro: la reacción social ante la gripe española parte 26


La cuestión es que, además de ser unas medidas
insuficientes, la extensión de la epidemia y su aparición en
pueblos poco higiénicos e infradotados de medios
desinfectantes, además de con un número de médicos muy
reducido, desbordarían las reducidas posibilidades de aplicar
las medidas anunciadas. El día 14, por ejemplo, se
comunicaba desde el pequeño pueblo de Pego (Alicante) la
existencia de 700 enfermos que estaban a cargo de cuatro
médicos, en principio, pero que realmente eran dos porque
uno estaba enfermo y otro fallecido de gripe.
Considerando las vías de contagio, el subsecretario
Sr. Rosado también anunciaba medidas que, a esas alturas,
eran considerablemente ineficaces:
“Respecto a medidas tomadas en la frontera,
para evitar la importación de las enfermedades

existentes en Francia, se han puesto en función
activa todas las estaciones sanitarias de la
frontera francesa, que son las siguientes: Dos de
primera clase, una de ellas en Port Bou y otra en
Irún…
Todas estas estaciones están dotadas de médico,
estufa de desinfección por vapor,
pulverizadores, personal de maquinistas y
desinfectores de cuantos elementos sean
necesarios para su funcionamiento”.

Sin embargo, si la gripe ya estaba en el interior del
país, resulta cuanto menos cuestionable la eficacia de tales
medidas, además de mal aplicadas como se verá enseguida.
Se detuvieron vagones llenos de trabajadores portugueses,
se les alejó a una vía muerta para tenerles en práctica
cuarentena, se originaron incluso problemas diplomáticos al
cerrar numerosos pasos fronterizos con Portugal.
“El Castellano”, diario burgalés, denunciaba el día
14 el peligro que suponía para la población castellana el
paso continuo de trabajadores desde o hacia la vecina
Portugal, revelando de paso la ineficacia del control en la
frontera, por cuanto los que pasaban en aparente buen estado
bien podían enfermar al día siguiente de atravesarla.
“Con ser esto grave… lo es mucho más ese paso
diario de obreros portugueses por nuestra
estación camino de Francia. Esos obreros,

hemos tenido ocasión de verlos, van en un
estado lamentable de miseria y suciedad, y
pueden ser unos propagadores de infecciones y
epidemias, tanto más cuanto es sabido que a
ellas son debidas algunas de aquellas que se han
presentado en pueblos fronterizos a Portugal.
Y sobrepasa en gravedad a lo dicho los casos
que vamos a denunciar. Ayer por la mañana, a
primera hora, pasó un tren con 41 portugueses
enfermos de gripe. Por noticias que tenemos por
fidedignas, en el mismo tren iba el cadáver de un
portugués que había fallecido durante el
trayecto. Los compañeros del muerto
pretendieron dejar aquel cadáver en Burgos, a lo
que se opuso la Benemérita”



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