miércoles, 23 de mayo de 2012

libro: la reacción social ante la gripe española parte 19


Salvo en el hecho de decantarse por el bacilo de
Pfeiffer como el causante más aceptado de la gripe, las
conclusiones venían a ser las mismas de la medicina oficial
de la época: dentro de los gérmenes más frecuentes en el
aparato respiratorio uno, en particular el Pfeiffer en este
caso, exacerbaba su virulencia por motivos desconocidos
aunque relacionados con las condiciones climatológicas. En
ese sentido, que la epidemia hubiera sucedido en un clima
cálido cerca del verano influyó poderosamente en su
benignidad. A partir de ese momento, la aglomeración de
personas, la falta de una desinfección adecuada y, en
algunos casos, la ausencia de una alimentación correcta,
provocaban que el contagio por vía aérea, muy difícil de
limitar, se extendiera con gran rapidez.
Las noticias sobre la gripe, durante aquellos meses
estivales, se vieron reducidas a breves referencias a la
enfermedad que iba extendiéndose por Europa. La llamaban
“gripe española” y tal denominación, aunque históricamente
inadecuada, no parecía molestar inicialmente a la prensa del
país. Hoy sabemos que la gripe pudo tener un origen
asiático o norteamericano, pudo haberse llamado la “fiebre
de Kansas” o la china, e incluso la “fiebre de Brest”, el
primer lugar en el continente europeo donde se localizaron
casos de esa extraña enfermedad llegada a Francia con los
soldados norteamericanos.

importancia ni, sobre todo, los estados en contienda se
podían permitir que el enemigo y la propia población
supieran que sus soldados se estaban viendo más diezmados
por un germen desconocido que por las balas del otro bando.
Es cierto que la enfermedad resultaba leve y que, en pocos
días, la población se recuperaba, pero también es verdad que
algunos enfrentamientos se aplazaron por la retirada de una
de las partes, disminuidos sus efectivos por las crecientes
bajas debidas a la gripe.
Como España era país neutral y una de las
poblaciones más afectada fue la propia capital, Madrid, las
noticias sobre la “epidemia reinante” o el bacilo del
“Soldado de Nápoles” como pronto fue llamado en los
ambientes castizos de la Corte, se extendieron por toda
Europa. Cuando en otros países la enorme contagiosidad de
la nueva epidemia tuvo que ser reconocida, España había
pasado para muchos a ser la imagen inicial de la
enfermedad. De ahí el apelativo de “gripe española” con la
que sería injustamente conocida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario