miércoles, 23 de mayo de 2012

libro: la reacción social ante la gripe española parte 24


La primera noticia que aparece en los diarios
madrileños se refería a Lorca (Murcia). Se hablaba el 6 de
septiembre, sin precisar, de que había muchos afectados por
la gripe y que los escasos médicos se veían desbordados,
habiendo uno por cada 200 afectados. El pueblo se quejaba
de la falta de medios desinfectantes, de la ausencia de
higiene general, exigiendo a las autoridades que pusieran
remedio a una situación que empezaba a provocar la alarma
en toda la provincia murciana.
Una semana después se comunicaba que la situación
en la provincia de Castellón era similar, con un número muy
crecido de afectados. Las autoridades sostenían que no había
motivo de alarma, que esta gripe parecía igual de benigna
que la sucedida en el mes de mayo. Para el día 12 la gripe de
Lorca se declaraba en la vecina Águilas, registrándose unos
1.000 afectados de los cuales un número alarmante fallecían,

en algún caso de manera fulminante, en menos de 24 horas.
La urgencia de la situación, el pánico de la población, se
adivina en los artículos periodísticos, algunos de los cuales
mencionan la necesidad de no sembrar una alarma
innecesaria y peligrosa, pese a lo cual no pueden dejar de
informar de algunos detalles bien reveladores.
Uno de los periódicos afirma, por ejemplo, que a
mediados de septiembre la situación en Alicante y, en
concreto, en San Vicente del Raspeig, es buena, que la gripe
parece remitir y también el número de afectados. Pero
luego, entre noticias que traslucen tranquilidad y optimismo,
incluye un comentario:
“Las autoridades, para evitar la depresión de
ánimos, han dispuesto que ya no doblen las
campanas de la iglesia a muerto, ni siquiera para
los funerales” (El Liberal, 15.09-2).
En esos días las noticias empiezan a multiplicarse en
los diarios, incluyendo crecientes críticas al gobierno,
incapaz de enfrentarse a los hechos. “El País”, por ejemplo,
resume en cierto modo la situación:
“La ‘gripe’, rebautizada con chabacanos motes
en muchas poblaciones de España, no ha dejado,
ni en pleno verano, de hacer bajas. Se ha
exacerbado en algunas regiones. No es que haya
vuelto, porque no se fue, y ahora, aún más que

antes, degenera en tifus y pulmonía. Es un
motivo de preocupación…
Otro motivo de preocupación es la virulencia
que ha tomado en algunos pueblos de las
provincias de Valencia, Castellón y Murcia la
endémica fiebre tifoidea. ¿Hay otros motivos de
alarma? El silencio a que el Gobierno tiene
acostumbrado al país, es alarmista, dañino,
perjudicialísimo. Ha dado origen a rumores,
agravados por la censura telegráfica, de casos
ocurridos en la frontera francesa… El Gobierno
debe decir la verdad. Debe, ante todo, rectificar
su conducta, porque hoy, aunque diga la verdad,
no se le cree”.


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