viernes, 1 de junio de 2012

Errores en el control


Así, por ejemplo, se indica que las autoridades españolas tardaron más de cinco meses en declarar formalmente la epidemia y los servicios de salud se vieron desbordados por el elevado número de casos.
La suspensión de actividades se hizo sin criterio, según los investigadores, ya que el curso escolar y el universitario se cancelaron pero otras actividades, como los servicios eclesiásticos o los teatros y cines, continuaron.
La ciudad de Zamora fue una de las que registraron una tasa de mortalidad más alta, con un pico de un 10,1% en octubre de 1918. A ésta le siguió Burgos. La mayor incidencia de muertes en estas ciudades está relacionada, según los autores, con el culto religioso. En Zamora, las autoridades de la Iglesia Católica indicaron que "el mal podría ser una consecuencia de nuestros pecados y falta de gratitud, la venganza de la eterna justicia ha caído sobre nosotros". Por este motivo, organizaron actos reliosos masivos en la catedral de esta ciudad, lo que contribuyó a la expansión del virus.
Muchos pueblos pequeños quedaron aislados y sin asistencia sanitaria al morir los médicos y no ser reemplazados. En otros casos, fueron estudiantes de medicina los que sustituyeron a esos facultativos.
Debido a la alta mortalidad, los servicios funerarios también se saturaron. El alcalde de Barcelona tuvo que pedir ayuda al ejército para transportar los ataúdes. Incluso se llegaron a modificar algunas leyes para facilitar el enterramiento lo antes posible y no dos o tres días después del funeral como estaba establecido según los cánones católicos. Incluso el toque de las campanas, como anuncio de un funeral, fue prohibido en algunos pueblos para evitar más pánico y desmoralización de sus habitantes.

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