jueves, 31 de mayo de 2012

La gripe española: lo que sabemos ahora


CORRE el año 1997 en Brevig, una pequeña aldea inuit en la tundra helada de la península de Seward (Alaska). Un científico está sentado ante el cadáver de una mujer joven que él y sus cuatro ayudantes esquimales acaban de desenterrar del permafrost. La mujer es una de las víctimas de la gripe de 1918, y ha estado sepultada allí en el hielo desde entonces.

Pero ¿para qué examinar el cadáver ahora? El científico espera hallar todavía en los pulmones el agente responsable de aquella variedad de la gripe, para luego aislarlo e identificarlo mediante avanzadas técnicas genéticas. ¿Y de qué serviría? Pues bien, para responder a esta pregunta tenemos que comprender un poco mejor cómo actúan los virus y qué los hace tan peligrosos.

Un virus que puede ser mortal

Hoy sabemos que el causante de la gripe, llamada también influenza, es un virus que se transmite de una persona a otra a través de secreciones respiratorias expulsadas al toser, estornudar y hablar. Es común en todo el mundo, incluso en los trópicos, donde puede atacar en cualquier época del año. En el hemisferio norte, la temporada de gripe transcurre de noviembre a marzo, mientras que en el hemisferio sur, de abril a septiembre.

El virus de la gripe de tipo A —la forma más peligrosa en que se puede presentar esta enfermedad— es pequeño en comparación con muchos otros, y suele consistir en una esfera con proteínas que se proyectan a modo de púas. Cuando infecta una célula humana, se reproduce con tanta rapidez que, a menudo en menos de diez horas, salen a través de la membrana celular entre 100.000 y 1.000.000 de nuevas “copias” de este virus.

Un rasgo temible de este organismo simple es su facilidad para realizar mutaciones. Se reproduce tan rápido (incluso mucho más que el VIH) que sus numerosas “copias” no salen exactas. Algunas cambian lo imprescindible para que el sistema inmunológico no las detecte. Por eso, todos los años nos enfrentamos a nuevas cepas de gripe con antígenos distintos que ponen a prueba nuestra inmunidad. Si el antígeno cambia lo suficiente, el sistema inmunológico casi no podrá defenderse y puede producirse una pandemia.

Por otro lado, los virus de la gripe, o influenza, también infectan a animales, lo que supone una amenaza para los seres humanos. Se cree que el cerdo puede alojar tanto a variedades del virus que atacan a pollos y patos como a otras que afectan al hombre.

Si dos tipos de cepas, uno animal y otro humano, infectan al mismo cerdo, los genes de ambos virus pueden mezclarse y producir una cepa de gripe totalmente nueva contra la que el hombre no esté inmunizado. Hay quienes opinan que las comunidades rurales en donde conviven aves, cerdos y personas muy cerca unos de otros —como suele ocurrir en Asia, por ejemplo— son posibles fuentes de nuevas cepas de gripe.

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