miércoles, 23 de mayo de 2012

libro: la reacción social ante la gripe española parte 42


En la “Revista de Sanidad Militar” publicada el 15
de octubre, se incluía un riguroso e interesante artículo
analizando el papel del bacilo de Pfeiffer en la gripe. En él

se planteaban serias dudas sobre tal agente como origen de
la enfermedad basándose en cuatro argumentos:
1) Se había encontrado el bacilo en la laringe de sujetos
sanos y en los esputos de tuberculosos que no habían
sufrido la gripe.
2) Se hallaba en numerosas enfermedades respiratorias:
bronquitis, pleuresías, tosferina, meningitis, etc.
3) Ausencia del bacilo de Pfeiffer en algunas epidemias
bien estudiadas, como la de 1904-05 y el brote
primaveral reciente donde algunos bacteriólogos lo
encontraban y otros no.
4) Este bacilo nunca se encontraba puro sino asociado a
otros gérmenes (estafilococos, estreptococos,
pneumococos, catarralis, etc.) por lo que su acción
específica era desconocida. De hecho, su inoculación
en estado puro en animales no provocaba ningún
síntoma gripal salvo los propios de recibir una
toxina.
Conforme a esto, se podía extraer la conclusión de que:
“¿Qué papel tiene, pues, el bacilo de Pfeiffer en
la producción de la gripe? A nuestro modo de
ver, la “gripe clínica” es un conjunto de formas
diversas, de diverso origen. Si se acepta como
tal gripe, lo que clínicamente se entiende por
esta enfermedad, no podemos admitir la

especificidad del bacilo de Pfeiffer… Habrá
‘gripes clínicas’ engendradas por el bacilo de
Pfeiffer, pero las habrá que deben su origen al
pneumococo, al catarralis, etc.”


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