El virus H1N1 fue con toda
probabilidad un virus de la gripe aviar que saltó a la especie
humana y se diseminó rápidamente gracias a la promiscuidad de los
acuartelamientos militares y los desplazamientos de la I Guerra
Mundial (y por eso otros virus aviares como el H5N1, de reciente
aparición, se vigilan tan atentamente). Se contagiaba por el aire y
por contacto y aerosol, como la gripe común, pero con una tasa de
infección del 20 al 50% y una tasa de mortalidad de entre el 2% y el
20% de las personas infectadas.
El virus de la gripe es casi casi la expresión más minúscula de una cosa viva: un virus de ARN. Ni siquiera tiene ADN. La gripe española, probablemente, mataba a sus víctimas por la llamada tormenta de citoquinas, un gravísimo colapso del sistema inmunológico que en la época se confundió con el cólera, la peste, el tifus o la fiebre del dengue. A los pacientes se les coloreaban las extremidades de un tono azul, sufrían graves hemorragias digestivas y presentaban edema pulmonar, todo ello con las aparentes características de una fiebre hemorrágica del tipo del Ébola. Desprovistos de sistema inmunológico, fallecían generalmente de neumonía pulmonar. De La Cucaracha.
El virus de la gripe es casi casi la expresión más minúscula de una cosa viva: un virus de ARN. Ni siquiera tiene ADN. La gripe española, probablemente, mataba a sus víctimas por la llamada tormenta de citoquinas, un gravísimo colapso del sistema inmunológico que en la época se confundió con el cólera, la peste, el tifus o la fiebre del dengue. A los pacientes se les coloreaban las extremidades de un tono azul, sufrían graves hemorragias digestivas y presentaban edema pulmonar, todo ello con las aparentes características de una fiebre hemorrágica del tipo del Ébola. Desprovistos de sistema inmunológico, fallecían generalmente de neumonía pulmonar. De La Cucaracha.
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