miércoles, 23 de mayo de 2012

libro: la reacción social ante la gripe española parte 43


De manera que se planteaban asociaciones variadas
de gérmenes que causaban la gripe, en vez de sostener la
existencia de un solo agente, como el Pfeiffer, que había
demostrado no serlo como tal sino en asociación con otros.
De todos modos, se concluía, la mortalidad de la gripe venía
a oscilar entre el 2 y el 10 % de los afectados, por debajo del
cólera, por ejemplo, que registraba la muerte del 20 a 40%
de los enfermos. Sin embargo, por una cuestión estadística,
si el número de afectados era muy crecido, como pasaba en
esos momentos, un índice bajo de mortalidad suponía
también una cantidad insoportable de fallecimientos. Se
caminaba así, a lo largo de ese álgido mes de octubre, hacia
la cifra final de muertos, calculada en un cuarto de millón en
España a lo largo de toda la epidemia.

Si algo caracteriza la segunda quincena de octubre en
los medios periodísticos es la frecuencia con que intervienen
médicos y políticos. Las historias desgarradoras que se
encontraban anteriormente y sucedían en el medio rural, se
van haciendo en cierta forma rutinarias. El número de
afectados sigue creciendo en algunos pueblos, en otros
decrece, Madrid se sigue librando de la ola epidémica
registrando sólo casos aislados y algunos más severos en la
provincia. Resulta llamativa la minusvaloración de la
morbilidad propia de esta epidemia en algunos ámbitos: por
supuesto el político, pero también el médico. Se aduce una
mortalidad muy amplia en otras epidemias (como dijimos
respecto del cólera, también en cuanto a la peste) para
justificar que la achacable a la gripe (entre un 2 y un 10 %
de los afectados, finalmente un 1,5 % del total de la
población) no reviste tanta gravedad como las anteriores.
Uno de los motivos de que la epidemia, aún teniendo
una amplia repercusión, no llegue a ser vivida en la prensa
con un dramatismo acorde con los hechos, es que las
grandes ciudades, con excepción de Valencia y sobre todo
Barcelona, se ven libres del reguero de muertos en que se ha
transformado el mundo rural. Los pueblos ven caer a sus
habitantes de una manera sistemática. Lo habitual es
encontrar referencias a cientos de infectados y a un curso de
20 o 30 fallecidos diarios durante el mes de octubre. Las
peticiones de ayuda se suceden, la mayoría con muy escaso

éxito. De vez en cuando, se leen en los periódicos algunas
noticias que permiten averiguar la situación desesperada en
que vivía el pueblo español, particularmente el más humilde
y residente en pueblos a los que era difícil acceder y de los
que las noticias llegaban con cuentagotas.
En una gran ciudad como Bilbao, por ejemplo, se da
cuenta de la especulación existente respecto de los limones,
cada uno de los cuales se vende por la exorbitante cantidad
de 70 céntimos. Otros casos semejantes sucederán a lo largo
de octubre, denunciándose para que las autoridades emitan
dictados de muy difícil cumplimiento, entre otras cosas
porque no había una ley general que permitiera castigar esta
especulación. Incluso los elementos básicos (las
subsistencias, como se denominaban) faltaban
continuamente, lo que se paliaba con el reparto de leche
sobre todo, un alimento que se consideraba esencial en la
recuperación de los enfermos.
Como era habitual en aquella época, las deficiencias
en suministros, la falta de una alimentación adecuada, se
resolvía en no pocas ocasiones a través de la caridad de
grupos o personas. Sin embargo, estas actitudes eran
puntuales (por ello tenían una elogiosa repercusión en la
prensa) y no remediaban, finalmente, más que algún apuro
momentáneo. En Bilbao, por ejemplo, se habilitó una
entrega de bonos por parte del Ayuntamiento, para que los
médicos se los entregaran a las familias más pobres y
necesitadas. El problema es que los vendedores no
aceptaban tales bonos en la desconfianza de que las

depauperadas arcas municipales pudieran devolverles el
coste del género entregado.
La consecuencia de este círculo vicioso de
especulación privada e impotencia pública era el abandono
de las personas más humildes, incapaces de enfrentarse
económicamente a una crisis sanitaria de elevado coste.



No hay comentarios:

Publicar un comentario