miércoles, 23 de mayo de 2012

libro: la reacción social ante la gripe española parte 59


Como se puede observar, late en estos discursos,
particularmente en el segundo, una característica señalada
de los primeros años del siglo en España. Habiendo asistido
a la decadencia militar con la pérdida de las últimas colonias
a finales del siglo anterior frente a unas fuerzas (las
norteamericanas) más modernas y avanzadas, era necesaria
una regeneración nacional. En el lenguaje y los conceptos de
la época esta actitud tenía un marcado carácter racista pero
no en cuanto a exclusión de otras razas sino por la
exaltación de la propia.
Desde ese punto de vista, las primeras décadas del
siglo vuelven la vista hacia Europa en no pocas ocasiones
(particularmente Francia, generalmente tomada como
modelo) para observar la necesaria mejora en las
condiciones infantiles (el futuro de la raza), tanto higiénicas,
como en este caso, como educativas y sociales en el sentido
más amplio.
Las referencias a los médicos rurales en estos
discursos no eran ajenas a la tragedia nacional vivida en
octubre ni a las reivindicaciones de las asociaciones
médicas. Ciento cincuenta médicos de pueblos habían
sucumbido por entonces a la gripe en función de su trabajo y

sus familias tenían que sortear la necesidad y la pobreza sin
ayuda alguna por parte del Estado. Pero además, eran
conocidas las condiciones de su trabajo, dependientes de
una población ignorante y de un caciquismo omnipresente
en el mundo rural. El mismo doctor Juarros, que clamaba
por una mejora sanitaria de las clases populares, exponía
pocos días después en “El Día” las humillantes condiciones
de trabajo de los médicos rurales.

Mientras tanto llegaban noticias tranquilizadoras de
casi todas las provincias. Los periódicos, a lo largo de los
meses de noviembre y diciembre, iban remitiendo los
informes sobre la epidemia a las últimas páginas
exponiéndolos con mayor brevedad cada vez. Si se observa
la mortalidad durante estos meses es cierto que es
decreciente, pero no escasa en modo alguno. Sin embargo,
la situación de octubre no parece sostenerse, entre otras por
la razón esgrimida en un chiste gráfico que aparece el día 5
de noviembre: es cierto que en los pueblos la epidemia
remite… pero ¡porque han muerto casi todos los vecinos!
Sin llegar a ese extremo de humor negro, es cierto que la
extensión de la epidemia había sido muy grande en octubre,
de manera que la mitad de la población resultó afectada,
alcanzando probablemente en los pueblos una proporción
mayor. Todas aquellas personas que habían superado la
enfermedad disponían de defensas como para no recaer. Del
mismo modo que el contagio había sido muy rápido, la
extinción paulatina de la enfermedad parecía obrar del
mismo modo. El número de muertos se justificaría por todos
aquellos que habían quedado muy afectados durante el mes
de octubre, además de algunos nuevos contagiados.


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